Contesta con sinceridad: ¿Cuándo fue la última vez que limpiaste a fondo tu vitrocerámica? ¿Acostumbras a pasarle una bayeta tras cada uso? Y los rayones, ¿has intentado eliminarlos? Si la respuesta a la primera pregunta es “hace tanto tiempo que ni me acuerdo” y, a las otras dos, un rotundo “no”, te sugerimos que sigas leyendo este artículo, porque es probable que aquí encuentres las claves para devolverle la vida a tu vitro. ¡Eureka!
Hoy queremos compartir contigo algunos consejos sobre cómo limpiar una vitrocerámica, para que alargues su vida útil y evites imprevistos económicos. Porque en ALDI pensamos siempre en ti y en tu bolsillo.
Antes de nada, vamos a resolver posibles dudas. A simple vista pueden parecer idénticas cuando no están encendidas, pero nada más lejos de la realidad. Ambas placas cumplen la misma función básica de emitir calor, pero lo hacen de maneras totalmente diferentes. Por esta razón es crucial ir con mucho cuidado a la hora de seleccionar los utensilios más adecuados para cada tipo de placa y echar un ojo a las instrucciones del envase antes de utilizar el producto. ¡Y no te olvides de consultar también si las sartenes están libres de tóxicos y son saludables, así como otros recipientes! Como dice el refrán, más vale prevenir que curar, ¿verdad?
Las placas de vitrocerámica funcionan con resistencia eléctrica o con una placa halógena que se calienta gracias a la electricidad. En cambio, las placas de inducción generan un campo magnético que no calienta la placa en sí, sino el recipiente que colocamos sobre ella. ¡Ahí está la clave! Esto significa que la inducción sólo es efectiva con utensilios ferromagnéticos y que no quema si la tocamos con la mano, a diferencia de la vitro, en la que podemos colocar cualquier tipo de recipiente y sentir el calor al tacto. ¿Lo pillas?
Hay muchas otras diferencias entre ellas, por descontado. Las placas de inducción, por ejemplo, son mucho más rápidas para generar calor y suelen gastar menos energía, mientras que el calentamiento de las placas de vitro es mucho más progresivo y, como norma general, son más económicas. Con lo igualitas que parecen… ¡Cómo engañan!
A pesar de sus diferencias, la superficie de las placas de inducción y de vitrocerámica es bastante parecida, por lo que los trucos y consejos que vamos a compartir contigo te serán de gran ayuda, independientemente del sistema que tengas instalado. ¡Ya no tienes excusa para no tener tus placas limpitas y relucientes!
Cuanto más tardes en quitar las manchas, más te costará eliminarlas cuando te pongas a ello. Por eso, nuestra recomendación siempre será que limpies bien tus placas después de cocinar, como un paso más en tu rutina. Ahora bien, lo hecho, hecho está: si ya has dejado que se acumule suciedad, sigue estas indicaciones para limpiarla a fondo y no dejar ni una mancha. ¡Al lío!
Paso 1. Si acabas de utilizar tu vitro, deja que se enfríe un rato para poder eliminar la suciedad sin complicaciones. Cuando se haya enfriado, pasa una bayeta o un papel de cocina sobre la superficie de la placa; así podrás eliminar la suciedad superficial y centrarte en las manchas más difíciles que parece que no se van ni con agua hirviendo, como se suele decir.
Paso 2. Aplica un producto específico para limpieza de vitrocerámica o mezcla un par de cucharaditas de bicarbonato sódico en 100 ml de agua y extiéndelo sobre las manchas. Si prefieres utilizar esta última opción, añade también unas gotitas de vinagre de manzana (o de limpieza) en la parte sucia y déjalo actuar unos 5 minutos. Esta mezcla también es ideal para eliminar partes de la vitro quemadas.
Paso 3. Dale al frote con la ayuda de una esponja y retira los residuos con una bayeta húmeda. Asegúrate siempre de utilizar materiales suaves que no rayen la superficie.
Paso 4. Puedes secar tu placa de vitrocerámica o inducción con otra bayeta o unos trozos de papel de cocina. Y listo. ¡Mira cómo brilla!
#ALDIconsejo: si las manchas son demasiado gruesas y, por mucho que frotas no quieren salir, utiliza una rasqueta. No recurras a cuchillos o estropajos de aluminio, ya que arañan la superficie y puede ser peor el remedio que la enfermedad.
Durante el tejemaneje diario en la cocina, es probable que hayas tenido algún despiste que haya resultado en un rayón en tu vitrocerámica. No te martirices; es algo normal que le puede suceder a cualquiera, y en muchos casos se puede llegar a remediar. ¿Cómo? Por increíble que parezca, la solución está en la pasta de dientes. Alucina. Tan solo tienes que echar un poquito de pasta de dientes sobre los rayones y hacer movimientos circulares con la ayuda de una bayeta. ¡Pero ojo! Asegúrate de eliminar después cualquier resto de esta pasta con otra bayeta limpia para que no se queme cuando la enciendas. ¿Qué te parece el resultado?
¿Se te han quemado algunas partes de la vitro que no saltan ni con productos de limpieza ni con la rasqueta? Esto suele pasar cuando algún líquido se derrama y se deja secar, o cuando se sobrecalienta una olla o sartén durante demasiado tiempo.
Don’t worry, be happy, que tenemos LAS soluciones. Aparte de la mezcla de bicarbonato y agua que te hemos comentado más arriba, también puedes rociar una bayeta con zumo de limón —o vinagre, lo dejamos a tu elección— y pasarla por toda la superficie manchada. Otra opción para limpiar las partes más sucias de tu vitro es frotar las manchas con un cubito de hielo y, pasado un minuto, pasar la rasqueta. ¡No es magia, es un #ALDItruco en toda regla!
>> En ALDI no nos cansamos de compartir contigo los mejores consejos para limpiar y organizar tu querido hogar. En la cocina y el comedor, puedes poner a prueba estos trucos que dejan como nuevos el sofá, el fregadero o incluso la freidora de aire, y en tu habitación o vestidor, estas superideas para ordenar tus zapatos. Nuestra misión es que puedas tirarte en tu sofá al acabar el día y decir con tranquilidad “Hogar, dulce hogar”.
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