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El picante es un sabor distintivo en muchas tradiciones culinarias, aportando un toque especial a los platos. Aunque es valorado por sus beneficios, también puede generar molestias dependiendo de la cantidad consumida y la tolerancia individual. Entonces, ¿deberíamos incluirlo en nuestra dieta? A continuación, analizaremos sus ventajas y desventajas.
La realidad es que la respuesta no es categórica, ya que el efecto del picante varía según cada persona. Por un lado, tiene propiedades beneficiosas que pueden mejorar ciertos aspectos de la salud. Por otro lado, un consumo excesivo o una baja tolerancia pueden desencadenar en molestias o problemas.
El consumo de alimentos picantes puede aportar diferentes beneficios interesantes para la salud. Las sustancias responsables del picante, como la capsaicina (presente en la guindilla), el gingerol (en el jengibre) o la piperina (de la pimienta), tienen propiedades antioxidantes, entre otros factores químicos.
Además, el picante favorece la sudoración al estimular la vasodilatación, lo que ayuda a regular la temperatura corporal. De hecho, una práctica común en países con climas cálidos y húmedos como México, India o el sudeste asiático es incluir alimentos con picante en la dieta.
Los alimentos con picante también pueden mejorar la digestión, ya que estimulan la secreción de ácidos gástricos en personas que lo toleran bien. Y, por si fuera poco, desde la antigüedad, especias y alimentos picantes se han utilizado para conservar alimentos gracias a sus propiedades antimicrobianas y antioxidantes.
Aunque ya hemos visto que el picante tiene algunos beneficios, también es importante señalar que no es adecuado para todo el mundo.
Las personas con problemas digestivos, como gastritis, reflujo, úlceras gástricas o enfermedades inflamatorias intestinales, deben evitarlo, ya que puede irritar la pared intestinal.
Incluso en personas sin problemas de salud, un exceso de picante puede causar molestias como acidez, ardor, irritación de la mucosa oral, gases o diarrea. La tolerancia al picante varía significativamente de una persona a otra, por lo que es importante escuchar al cuerpo y moderar el consumo si es necesario.
Por otro lado, el nivel de picante se mide con la escala Scoville, que evalúa la cantidad en los alimentos, y algunos pueden alcanzar millones de scovilles. Por ello, es importante adaptar la cantidad de picante al nivel de tolerancia de cada persona.
En resumen, el picante puede ser bueno para la salud cuando se consume de forma moderada y conociendo los límites de cada persona. Sin embargo, también hay que tener precaución si se padecen problemas digestivos o si no se toleran. Es decir, comer alimentos con picante debe ser una experiencia placentera y no un motivo de malestar.
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