Cuando leemos la palabra «pochar» en alguna receta, inmediatamente pensamos en la cebolla. Curioso, ¿verdad? Esto sucede porque la cocina española está repleta de guisos, sofritos, estofados y salsas, y la cebolla pochada es una de las bases más famosas para estos platos. Por eso, si queremos ser auténticos pros de la cocina mediterránea, tenemos que tener muy claro cómo pochar esta verdura para que libere todo su sabor y quede perfecta.
En este artículo no nos vamos a limitar a darte una explicación básica. De eso nada. Te vamos a revelar, al detalle, los mejores cortes para el pochado, el método tradicional y otras técnicas más novedosas, así como algunos consejos para que tu cebolla pochada quede on point. ¡Adelante!
Para pochar la cebolla con gracia, no podemos cortarla como se nos antoje. Si los trozos son irregulares, algunos más grandes que otros, la cocción será desigual: unas partes se cocinarán antes, mientras que otras quedarán crudas o, peor aún, se quemarán. Para lograr un pochado perfecto, es fundamental hacer cortes homogéneos, como los conocidos cortes en juliana o en brunoise. ¡Vamos a definir bien cada uno de ellos para que te salgan perfectos!
El corte en juliana consiste en cortar la cebolla en finas tiras longitudinales y uniformes. Para lograrlo, se parte la cebolla por la mitad, se retira la capa exterior y, con un cuchillo bien afilado, se realizan cortes paralelos siguiendo la curvatura natural de la hortaliza. Este tipo de corte es ideal para pochados lentos, ya que permite que la cebolla se caramelice de manera uniforme. ¿Te has quedado con la copla, cocinitas?
Aunque ya dedicamos una publicación completa al corte brunoise, te hacemos un pequeño resumen: este corte francés consiste en cortar la cebolla en dados pequeños y uniformes. Para conseguirlo, primero se corta la cebolla en rodajas finas y luego se realizan cortes transversales, obteniendo así daditos del mismo tamaño. Se recomienda utilizar el corte brunoise para pochados rápidos, ya que los trozos pequeños se cocinan en menos tiempo y se integran mejor en salsas, sofritos y rellenos.
Ahora que ya conoces los dos cortes más utilizados para pochar la cebolla, es momento de ponerse manos a la obra y aplicar la técnica que mejor se adapte a tu receta. ¡A pochar se ha dicho!
Utiliza una sartén amplia y, si es posible, antiadherente para que la cebolla se cocine de manera uniforme sin pegarse. Puedes usar aceite de oliva, mantequilla o una combinación de ambos. Nosotros siempre recomendamos aceite de oliva porque aporta un sabor intenso y muy «mediterráneo», pero hay quienes prefieren la mantequilla para conseguir una textura más melosa, sobre todo en los países del norte. Una vez añadido el aceite, calienta a fuego medio-bajo para evitar que la cebolla se queme.
Añade la cebolla cortada (en juliana o brunoise, según la receta) y remueve bien para que se impregne el aceite. La paciencia es la madre de la ciencia, cocinitas; o eso dicen. Así que cocina a fuego bajo y remueve de vez en cuando para que la cebolla se ablande lentamente y libere su dulzura natural sin dorarse demasiado rápido.
La sal ayuda a que la cebolla suelte su agua más rápido y, de esta forma, aceleramos el proceso de pochado. Si quieres potenciar aún más el sabor, puedes añadir una pizca de azúcar para aumentar la caramelización. ¡Rico, rico!
Dependiendo de la cantidad y del corte, el pochado puede tardar entre 15 y 30 minutos. Lo importante es no apresurarse y dejar que la cebolla alcance esa textura tierna y translúcida que tanto nos gusta. Paciencia y mimo, esa es la clave.
Si pensabas que la freidora de aire solo servía para preparar recetas crujientes, vas a alucinar con este dato: la cebolla también se puede pochar en la airfryer. Sí, como lo lees. Con este método, puedes pochar cebolla de forma rápida, con menos grasa y sin necesidad de estar removiendo constantemente. ¡Echa un ojo a los pasos a seguir!
Corta la cebolla en juliana o en brunoise, según la receta que vayas a preparar. Recuerda que los cortes uniformes garantizan una cocción homogénea. Después, coloca la cebolla en un bol y añade una cucharada de aceite de oliva. Remueve bien para que todos los trozos queden impregnados y, si lo deseas, agrega una pizca de sal para ayudar a que suelte su jugo más rápido.
Coloca la cebolla en el cestillo de la freidora, procurando que no quede demasiado amontonada para que el aire pase bien. Cocina a 150° durante 15-20 minutos, removiendo cada 5 minutos para asegurarte de que toda la cebolla se pocha de manera uniforme.
Si quieres una cebolla más tierna y suave, puedes añadir un chorrito de agua a mitad de la cocción. En cambio, si prefieres que tenga un ligero toque dorado, sube la temperatura a 160° los últimos minutos.
Si la cebolla se torna tierna y un pelín translúcida, significa que ya está lista para añadir a tus recetas favoritas. Sofritos, guisos, tortillas… ¡Esa decisión la dejamos en tus manos!
>> ¿No sabes en qué platos utilizar tu cebolla pochada? Don’t worry, en la sección de recetas de ALDI tenemos una lista interminable de platos con cebolla pochada como base. El arroz al senyoret, las croquetas de jamón o la crema de champiñones con chips de alcachofa son solo algunas de las recetas en las que tendrás que poner en práctica la técnica del pochado. Vista la teoría, ¿empezamos con la práctica?
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